Bienvenidos y bienvenidas a las posibilidades supremas.
Ésta es mi bitácora irresponsable.

jueves, 31 de marzo de 2011

El arte no decora ... explicita al hombre




El arte no sólo es una forma exhaustiva del conocimiento, sino que es el único Lenguaje universal que existe entre los hombres.
Martá Traba

Un combate por el arte moderno
En el trabajo que comentamos está presente esa visión totalizadora del juicio crítico de Marta Traba y sobre todo sus innumerables batallas en favor de la nueva expresión: el arte moderno. Esta nueva concepción estética es interpretada por ella como:

una revolución que se apoya en un hecho clave, el abandono de la figuración o sea el traslado de una imagen del hombre y las cosas inanimadas de la realidad del mundo de la naturaleza al mundo del arte, con el mayor verismo posible.


En sus escritos se manifiesta una intensa lucha didáctica frente a un público ignorante o acostumbrado durante siglos a una pintura reducida a un recuento histórico en imágenes, una interpretación religiosa, un retrato, una imitación de la realidad en el paisaje ...
Lucha didáctica por afianzar una nueva forma humana de expresión cuyo significado implica necesariamente un cambio de conceptos. El arte no, sólo "glorifica al hombre", sino que "glorifica al poder creador de¡ hombre". La inteligencia es un recurso fundamental en la nueva creación, la abstracción en el arte nace del "cálculo, la proporción, la medida y la reflexión de colores". El hombre creador, a fuerza de buscar nuevas formas, tiene que lograr una expresión libre e imaginativa de sí mismo, una afirmación de la contundente realidad del espíritu humano.

Apasionamiento basado en conocimientos históricos
Sus escritos se inscriben siempre dentro de un desarrollo y una perspectiva histórica, dándole significación a toda nueva creación. Este conocimiento previo fundamenta sus análisis críticos y mal podría hablarse del apasionamiento de Marta Traba sin poner de relieve el saber histórico y teórico que sustentan siempre sus elaboraciones y sus juicios.

En un artículo de 1965, "Proposición crítica sobre el arte colombiano", aparecido en la revista Eco, encara el proceso estético colombiano, vinculándolo con el movimiento latinoamericano; para lo cual parte de reconocer que la incomunicación del continente, su dispersión, es no sólo externa sino también interna. Afirma contundentemente que la historia del arte colombiano no tiene continuidad: no sólo en el tiempo -precolombino, colonial y republicano- sino igualmente en el espacio del propio tiempo actual: "la pintura y la escultura que se han hecho en Colombia están disociadas de la vida nacional". Esta es la razón última de lo que fue su esfuerzo por darle unidad y coherencia a la cultura dispersa e ignorada en el país.
El artista, testigo irreverente de su tiempo
Existió siempre en su visión crítica una ética, donde el arte es considerado como un movimiento que enfrenta las solidificadas y jerarquizadas estructuras formales, donde el poder pretende mantenerse inconmovible, reafirmando sus valores de dominación como si fueran absolutos. Este poder, que no es sólo político, se arraiga en la vida cotidiana y en la subjetividad de cada uno de los hombres. En este campo el artista debe llevar su expresión a un alto grado de compromiso con la realidad como su testigo irreverente, debiendo descubrir en su obra y en su creación las propias leyes que la hagan posible.
De allí su crítica a los conceptos rígidos del muralismo mexicano: al convertirse en un arte al servicio de un mensaje político, la expresión individual queda neutralizada por la imposición de un tema: la exaltación de la revolución mexicana. Los presupuestos obligados de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco determinan su posición crítica, limitando la experiencia y el juicio del propio artista. No por ello Marta Traba deja de reconocer los aportes técnicos de la pintura moralista y el valor artístico de algunas de las obras de Rivera, en particular.
Continuando con el caso mexicano se puede observar la visión totalizadora de Marta Traba cuando exalta y explica la obra universalista de Rufino Tamayo, como la de un hombre solitario enfrentado con los planteamientos del muralismo, pudiendo subrayar el triunfo de su vehemencia pictórica.
En este trabajo de elaboración, contraposición y desentrañamiento de las obras, dedica a José Luis Cuevas toda su atención. Como ella misma lo anota, "Cuevas ha sido el mejor dibujante del continente y uno de los mejores del mundo. Lo han imitado prudente y escandalosamente, pero nadie ha podido hacerle sombra, porque Cuevas no tiene una manera de pintar que, como toda manera, puede ser susceptible de imitaciones, sino una manera de descubrir, que le pertenece sólo a él y por lo tanto es intransferible". Estos artículos son todos el comienzo de una elaboración globalizante que hallará su forma definitiva en Los cuatro monstruos cardinales (Ediciones Era, México, 1965), donde busca las coordenadas comunes, con las expresiones del arte contemporáneo, de la obra de Francis Bacon, Jean Dubuffet, Willem de Kooning y José Luis Cuevas. Igualmente lo logra en su otro libro Los signos de la vida (Fondo de Cultura Económica, México, 1975), en el cual traza un paralelo entre Cuevas y Francisco Toledo.


La política de la cultura de resistencia
Sus recorridos por América Latina, incitados tal vez por su inagotable capacidad de curiosidad y de trabajo, ayudada por el exilio, la empujaron a comprometerse cada vez más con el mundo artístico de nuestro continente. Desde siempre estuvo preocupada por enfrentar y conocer los movimientos artísticos norteamericanos, por fundamentar y validar la expresión del arte de resistencia como una alternativa latinoamericana que delimitara las vías posibles de expresión, no sometidas a los centros mundiales del poder (y por consiguiente de la cultura) o a las herencias del indigenismo, que ella denuncia como formas banales de expresión: el estridente y forzado nacionalismo y el aberrante folclorismo.
Para Marta Traba el sentido político de la obra de arte no es producto de una imposición externa. Sentido que debe inscribirse en un concepto más amplio, el de la "cultura de la resistencia", que aparece con posterioridad a 1970 -"La resistencia", 1973; "La cultura de la resistencia", 1974-. Tal vez sea desde esta concepción terminal donde debamos leer los comienzos de su obra crítica, de la cual sería el objetivo y el origen de su significado. En nuestra época la lucha no es sólo contra las formas y expresiones que encuentran su límite y su deformación final en la saturación de un espacio significativo, sino lucha por el desnudamiento de nuevas relaciones en las que el arte, en su especificidad por fin recuperada, pueda encontrar su verdadero poder estético, ético y político. Sólo desde allí el arte puede incorporarse al campo más amplio de una cultura de la resistencia.

ANA MARIA ESCALLON


Fuente:Selección de textos
Marta Traba
Editorial Planeta Colombiana y Museo de Arte Moderno de Bogotá.
Bogotá, 1984, 399 págs.

Boletín Cultural y Bibliográfico. Número 3, Volumen XXII , 1985

http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/boletin/boleti3/bol3/arte.htm

¿Dónde están los filósofos? Por: Rodrigo Restrepo

Pocos días después de publicado el libro La filosofía y la crisis colombiana, un periodista de radio llamó al filósofo Rubén Sierra Mejía, coeditor de la obra y uno de sus autores. Publicado hace ya nueve años, este libro constituye uno de los pocos intentos serios de los principales filósofos del país por pensar la realidad nacional y divulgar sus pensamientos para el público general. “Me preguntó qué proponíamos los filósofos para solucionar los problemas del país”, cuenta Sierra. “El problema es que me exigió que explicara el tema en sólo tres minutos”. El filósofo, desde luego, despachó al ingenuo periodista de un plumazo: “¡Es que los filósofos no somos quienes tenemos que resolver los problemas del país! Nosotros nos encargamos de pensar las cosas, no de solucionarlas”.



Así quedó zanjado el asunto: de un lado los pensadores y del otro, los medios, el público y, quizás, el país. La anécdota no va más allá de la llamada, pero deja ver el estado actual de una relación fría e indiferente. Los filósofos, en su mayoría, parecen encontrarse en la torre de marfil de la academia, distanciados de una realidad compleja y fecunda para el pensamiento. ¿Por qué?

“Quizás el ‘massmediatizarse’ pueda quitarle rigor al filósofo, y el rigor hace parte de su identidad intelectual”, explica Sergio de Zubiría, profesor de filosofía de la Universidad de los Andes y quien se ha especializado en temas como la filosofía política, las relaciones entre la cultura y la violencia y los debates y problemas en torno al concepto de tolerancia. “Hay una cierta actitud fóbica, pues al filósofo le parece que si participa en los medios, su pensamiento puede volverse liviano, de poca densidad”.



Pero tal vez exista una razón más de fondo para esta ausencia. “Durante la década del 70 hubo una sobresaturación, o más bien una ultrasaturación de estas problemáticas”, argumenta Lisímaco Parra, profesor del Departamento de filosofía de la Universidad Nacional y ex vicerector académico de la misma, además de director de la cátedra de Pensamiento colombiano y especialista en ética y política moderna y contemporánea. “Temas como el de la filosofía política tuvieron un agotamiento, una crisis. Quizás en ese agotamiento tenga que ver el marxismo. Yo creo que el marxismo criollo, tan sumamente religioso, acaparó la reflexión política. Y cuando ese marxismo religioso entró en crisis, es como si el interés por la reflexión de la política y la sociedad hubiera quedado en un gran desprestigio”.



Parra recuerda que en la antigua sede de la librería Buchholz, en la calle 59 abajo de la 13, la sección más grande de libros era la de marxismo. “Era una pared enorme”, dice, y estaba ubicada justo detrás del cajero, pues esos eran los libros que la gente se robaba”. Hoy en día de marxismo no queda nada, y muy poco de problemas de filosofía política, por no hablar de filosofía colombiana. Basta dar un vistazo a los estantes de la librería Lerner para darse cuenta de que buena parte de la bibliografía filosófica nacional está compuesta de compilaciones de ensayos especializados y de memorias de congresos sobre Kant, el darwinismo o el relativismo filosófico.



¿El filósofo ha muerto?

Y es que, sin lugar a dudas, el lugar en donde se juega hoy la filosofía colombiana es la academia: en los grupos de estudio, en los departamentos de filosofía, en los congresos y en las publicaciones especializadas. Es la consecuencia inevitable de la pro-fesionalización. Para el profesor Sierra, “el ejercicio la filosofía se ha profesionalizado demasiado en Colombia”. Lo que, a su vez, “ha generado un miedo de pensar los problemas comunes, los problemas públicos”.



Solo hace falta hojear los principales diarios para darse cuenta de que el filósofo se quedó por fuera del debate público. Desde luego, existen las excepciones: Jorge Restrepo en El Tiempo y Jorge Giraldo en El Colombiano. El Espectador, por su parte, ha tenido que comprar las columnas de Umberto Eco, no se sabe si por falta de oferta nacional o por simple descuido periodístico. Existe, dicho sea de paso, el fenómeno del filósofo de formación que pertenece a la vida pública, pero que no ejerce verdaderamente como filósofo. Entre otros, se destacan Enrique Santos Calderón, Mauricio Pombo y Mavé —sí, la del tarot de Mavé—.



“Yo creo que esta ausencia es una gran pérdida, porque los filósofos colombianos eran intelectuales públicos reputados. El último fue quizás Estanislao Zuleta. Y antes de él, Cayetano Betancur, quien siempre fue columnista de los principales periódicos del país”, comenta Jorge Giraldo, filósofo de la Universidad de Antioquia, decano de la Escuela de Ciencias y Humanidades de la Eafit y profesor de filosofía política. ¿Qué se hicieron entonces los filósofos públicos? ¿Dónde quedó la figura del pensador?

Parece haber aquí una cuestión generacional. Para la generación actual de filósofos “ya no importa tanto el individuo, la figura o el personaje del filósofo. Se trata más bien de grupos, en los que se lleva a cabo un trabajo de hormiguita, un trabajo importante aunque los nombres no figuren”, explica de Zubiría. Probablemente, esta desaparición de la figura del filósofo tenga que ver con un cambio ideológico, una caída de las certezas y de las grandes verdades. Hoy, siendo fieles al estado de ánimo de nuestra época, vivimos un pluralismo ideológico: ya nadie se siente poseedor de la verdad. “El filósofo no puede dejar de representar el espíritu de su tiempo y, como dice Manfred Max-Neef, vamos ‘de la esterilidad de las certezas a la fecundidad de las incertidumbres’”, explica.



Para Parra, detrás de la pregunta por los grandes filósofos se encuentra todavía un prejuicio: la sombra del gran autodidacta. Un prejuicio que, por lo demás, no deja de ser un tanto “pueblerino y provinciano”, según dice. Hace algunas décadas, en efecto, surgió en Colombia la figura del filósofo autoeducado, un tipo muy inteligente que destacaba fácilmente en un medio bastante ignorante. “Tenía una pose. Aspiraba a ser un genio que se paseaba por encima de las instituciones académicas. Y aunque dictaba clases y cursos, tenía muy poco interés en las tareas administrativas de la universidad. Asistía en Alemania a los seminarios de Heidegger, pero no se daba a la tarea de sacar un título, pues veía el cartón con cierto desdén”, dice el catedrático. “Desde luego que en Estados Unidos, en Francia y Alemania hay personajes filosóficos destacados. Pero lo que realmente sostiene el trabajo filosófico es una masa muy consolidada, densa, muy extendida, de filósofos profesionales”.



Pensándolo mejor…



Pero esta visión del problema desconoce que, justamente, una gran tendencia en el contexto internacional es el retorno de la filosofía al ámbito público y a la vida cotidiana: el filósofo como un mediador de las personas y sus problemas vitales, así como un divulgador de una herramienta preciosa: el pensamiento. Giraldo resalta la importancia, en el entramado intelectual internacional, de figuras como Fernando Savater, el célebre pedagogo español, Slavoj Žižek, el filósofo y psicoanalista esloveno que alimenta su pensamiento con la cultura popular, o el judío-estadounidense Michael Walzer y su célebre revista Dissent. Sin ir más lejos, en Argentina, el ateo y optimista Alejandro Rozitchner mantiene cuatro blogs de alto tráfico y nivel filosófico y escribe en el diario La Nación de Argentina artículos muy filosóficos con títulos como: ¿Por qué toman alcohol los jóvenes? o Qué es ser buena persona. También colabora con el portal en español de Yahoo! y divulga en sus páginas web videos y capítulos de sus catorce libros, el último de los cuales se llama Ganas de vivir. Y Rozitchner es solo la muestra de toda una generación de filósofos, como José Pablo Feinmann o Alberto Buela, que se preocupan por divulgar su pensamiento y publicar sus obras en Internet.



Esto por no citar el mar de páginas de divulgación filosófica que se publican desde hace ya más de una década en el mundo entero. La colección Popular Culture and Philosophy, de la editorial Open Court, lleva ya 59 volúmenes —y 11 en preparación— con títulos como Dexter and Philosophy o Ipod and Philosophy. El suizo Alain de Botton, famoso por Cómo cambiar tu vida con Proust, las Consolaciones de la filosofía o Los placeres y los pesares del trabajo, se ha dedicado rigurosamente a divulgar en programas documentales para televisión, videos de Internet y programas de radio por la web su “filosofía de la vida cotidiana”. De Botton, además, es miembro fundador de The School of Life, una organiza-?ción educativa en Londres que ofrece programas completos sobre las cuestiones más apremiantes de la vida diaria: las relaciones, el trabajo o la crisis de la mediana edad, un poco en la misma línea que el contracorriente y agudo Michael Onfray de la Univeridad Popular de Caen y quien sostiene que un filósofo piensa en función de las herramientas de que dispone; si no, piensa fuera de la realidad.



A propósito de herramientas y realidad, Giraldo señala que el año pasado el New York Times abrió un blog colectivo llamado The Stone, en honor a la piedra del Ágora de los griegos —o en referencia al arquetípico acto humano de lanzarle piedras al prójimo—. Su objetivo no es otro que el de invitar a filósofos de todas las vertientes a reflexionar sobre temas como el arte, la guerra, la ética, el perdón, el kung-fu, los problemas de género o la cultura popular. Esto con el fin de mostrar cómo luce la filosofía hoy y quiénes son sus representantes, cuáles son sus preo-cupaciones y qué papel juegan en el siglo XXI. Por su web han pasado ya pensadores de la talla de Peter Singer.



En Colombia, las herramientas están, pero parece que los filósofos no. En un rápido sondeo realizado con ayuda del profesor de Zubiría, una decena de estudiantes de últimos semestres de filosofía fueron interrogados sobre su concepción y uso de herramientas como los blogs, las redes sociales e Internet en general para divulgar, debatir y leer contenidos filosóficos. Los resultados son, por decir lo menos, alarmantes. Cinco de los diez proyectos de filósofo no usa Internet con fines filosóficos sino para casos estrictamente necesarios —consultar el diccionario latín-español o buscar algún libro que no se encuentra en las bibliotecas—. Apenas tres usan Facebook para compartir ideas filosóficas y sólo dos exploran la red —esto es, blogs y Youtube— como un recurso válido de investigación.



En una rápida búsqueda en Wikipedia sorprende que aparezcan, en la lista de filósofos colombianos, personajes como Antanas Mockus o Jesús Piñacué. A propósito: ¿habrá algún filósofo en Colombia preocupado por Wikipedia? Resulta alentador que al menos la Sociedad Colombiana de Filosofía luzca una elegante página web —con videos incluidos en el home— y hasta aparezca en Facebook y tenga una página en Vimeo. Justamente en su website se lee que el Banco de la República está buscando algún filósofo que se le mida a la tarea de escribir un artículo sobre la historia de los últimos diez años de la filosofía en Colombia. Buen indicio. Sin embargo, la desilusión vuelve al encontrar que junto con la elección del nuevo presidente de la Sociedad, la convocatoria del Banco es la única ‘noticia’ que alberga la web. Y la desilusión se convierte en indiferencia cuando descubro que su calendario de eventos de 2011 está más vacío que la tábula rasa de la mente humana, según los empiristas.



Tras una larga incursión en la apretada selva de Internet, se encuentra que el único filósofo colombiano que mantiene un blog es Jorge Giraldo. “A veces surge un problema en la concepción de la filosofía. Norberto Bobbio decía que hay dos formas de filosofar: una es pensar sobre los pensamientos. La otra es pensar sobre lo que pasa, sobre lo que está ahí a la vista. A mí me parece que le realidad, especialmente la colombiana, ofrece todos los días motivos para hacer reflexión filosófica”, argumenta Giraldo. “Tenemos una realidad muy sugestiva para muchos de los problemas filosóficos contemporáneos: la justicia, la violencia, los derechos humanos, la ética, la económía. Cuando uno tiene cierto compromiso con lo que está pasando todos los días y con la filosofía, uno intenta conectar los dos mundos”.



Lo mismo piensa Diego Duque, un joven filósofo de la Nacional que trabaja duro y solitario en un proyecto de filosofía aplicada. Duque ha dedicado los cortos años de su carrera profesional a nadar a contracorriente: intenta aplicar preguntas filosóficas clásicas a casos particulares de la realidad colombiana. Y lo ha hecho con los protagonistas anónimos de la cruda realidad del país, pues se ha puesto a indagar el dilema del sicario, el de la víctima, el del excombatiente y el del interventor social. Durante casi un año, filosofó a fondo con los habitantes de la calle de un hogar de paso en el centro de la ciudad. “Casi siempre se juzga a estas personas desde ciertos estándares morales. Se cree que hay que estar loco para irse de paramilitar o de sicario, se los juzga como irracionales”, explica. “Pero cuando se indaga en todos los factores, el juicio cambia. Se relativiza el juicio moral porque se encuentra que sus decisiones obedecen a una racionalidad. La moralidad no es lo que los filósofos dicen”.



Duque concluye que si los filósofos no ponen los pies en la realidad colombiana se estará haciendo una filosofía en el aire, sin carne. “El filósofo tiene la posibilidad de aportar herramientas y elementos de análisis para entender mejor nuestra realidad”. Existen sí, brotes de una filosofía más cercana a la realidad. Está el libro Perfiles del mal, de la filósofa Ángela Uribe, que examina ocho episodios de la historia de Colombia para indagar en el contenido moral en las relaciones de sus protagonistas. Está el Proyecto Lisis de filosofía para niños, liderado por los profesores Diego Pineda y Miguel Ángel Pérez, que busca establecer una serie de recursos multimedia para un diplomado. Está también el espacio ‘Filósoso-No Filósofo’, un proyecto televisivo del Departamento de filosofía de la Nacional que invita a personajes no filosóficos —chefs, cantantes de rock o un neurobiólogo— para debatir temas junto a filósofos profesionales.



Dice el profesor Sierra que “el filósofo debe atender a su tiempo”. ¿No es hora ya de que los pensadores colombianos salgan de su fortín académico y entren decididamente en la discusión pública de los problemas del país?


Revista ARCADIA
http://www.revistaarcadia.com/impresa/filosofia/articulo/donde-estan-filosofos/24577

miércoles, 30 de marzo de 2011

Colantropos Universidad Nacional de Colombia

http://www.humanas.unal.edu.co/colantropos/indigenas.html

Conceptos claves de la medicina indio-latinoamericana por Franz Faust

Parece muy atrevido hablar de una medicina indio-latinoamericana, sobre todo, abarcando un espacio tan amplio que se extiende desde la frontera entre Estados Unidos y México hasta los fiordos en el sur de Chile y desde las islas en la desembocadura del Amazonas hasta las costas latinoamericanas sobre el Pacífico.
Lo que se presenta en el siguiente texto forma parte esencial de la cultura médica de un gran porcentaje de la población de 19 países. Incluye grupos indígenas relativamente aislados de su correspondiente vida nacional; campesinos involucrados en economías nacionales e internacionales; y también ciertos estratos de la gente urbana. Físicamente los portadores de esta cultura presentan tipos amerindios, europeos, africanos y de todas las mezclas posibles entre los tres.

Para los conceptos claves de esta cultura médica existen en todos los idiomas indígenas términos autóctonos, mientras los hablantes de lenguas europeas o los tienen que tomar prestados de los indígenas o creárselos, adaptando el sentido de unas palabras de su lenguaje a las exigencias de los conceptos médicos indígenas.

El arraigo de tales conceptos en los diferentes idiomas indígenas atestigua el origen amerindio de una gran parte de la medicina popular latinoamericana. Es tal vez la mayor herencia de la madre india al continente. Es un conjunto muy vital de ideas y prácticas, capaz de incorporar elementos ajenos sin perder sus esencias. Las posibles innovaciones no cambian la forma como en esta cultura se clasifican y relacionan las cosas y eventos, así como ninguna lengua cambia su gramática por el préstamo de términos de idiomas extranjeros.

La cultura médica indio-latinoamericana tiene tantas versiones como regiones tiene el continente y como personas practican esta medicina, pero en lo esencial siempre se parecen los conceptos y prácticas.
Así como Mandelbrot describe con su geometría el carácter fractal de la naturaleza, la cultura médica pan-indio-latinoamericana se presta para describir el carácter fractal de un elemento cultural. Como en la geometría fractal el total no consiste en la suma de los detalles, sino que en todo detalle está el total y viceversa, nos atrevemos aquí a descubrir el total de la cultura médica indio-latinoamericana con base en el detalle regional de Colombia suroccidental.

En esta región viven, entre otros, indígenas paeces, coconucos, guambianos, yanaconas, ingas, camas, cumbales, emberas y guaiquieres, en interrelación con campesinos, mestizos y comunidades negras, todos unidos por su cultura médica.

Tul: la imagen de la integridad
Según la base conceptual de la cultura médica descrita por los indígenas paeces, la vida individual y lo que la mantiene viva es una culebra enroscada que se llama Tul.

En uno de sus aspectos, Tul es la cultura, porque incluye la vestimenta, la casa, la huerta, los cultivos y la comunidad de los paeces. Pero la culebra Tul también representa lo anticultural, siempre incontrolable e irrepetible –como en todas las lenguas indígenas, los paeces tienen para ello un término específico, pero se me prohibió pronunciarlo o escribirlo; por eso lo llamamos aquí "lo incontrolable".

La culebra Tul se extiende entre lo incontrolable femenino en su centro, donde se encuentra la sexualidad y fertilidad de las mujeres, y lo incontrolable masculino, que consiste en lo alejado a lo propio, lo ajeno a los paeces, lo silvestre, lo incultivado e incultivable.

El cuerpo de Tul es lo cultural de ropa, casa, cultivos y comunidad. El cambio entre lo cultural y lo incontrolable se describe como refrescamiento, sin lo cual amenaza enfermedad por el calor de lo cultural. Pero también el exceso de frío de lo anticultural y bravo puede causar enfermedad. El acto de amansar implica bravura, sin embargo, todo sobreamansado se vuelve incontrolable. Así, bravo y manso, frío y calor, están en una relación dialéctica.

Los vértices del tul
El tul, tanto individual como comunitario, está enmarcado entre tres vértices: el icuesh, el kiwe y el sgau.
El concepto más claro de explicar es icuesh. Es la existencia material corporal. Es la persona de carne y hueso, llamémoslo aquí "lo material".

Más complejo es el significado de kiwe. Es un concepto histórico y geográfico a la vez. Son las condiciones de vida en tiempo y espacio, llamémoslo "las condiciones".

Sgau tiene el significado más amplio. Es el otro yo en lo incontrolable, reside de día en el inframundo y asciende de noche como astro al firmamento, es la realidad de los sueños, es la individualidad innata y la vocación personal, llamémoslo "el yo innato".

Si entre los tres vértices reina la relación adecuada, está presente finising, que los paeces traducen como "acuerdo". Finising causa milagros y cura cualquier enfermedad. La enfermedad consiste siempre en un alejamiento del finising.

La alta medicina indígena siempre consiste en reencontrar el finising personal. La causa de la separación puede ser que el tul se hinchó en un recalentamiento o se marchitó en un enfriamiento. Ambas condiciones tensionan el triángulo entre "lo material", "las condiciones" y "el yo innato".

El síndrome del susto
Desde la publicación del artículo de Arthur Rubel The epidemiology of folk illness: susto in Hispanic America Ethnology (1964), al efecto de estas tensiones se le ha dado el nombre de síndrome de susto. Rubel lo describe como una enfermedad popular en Latinoamérica, con etiología y tratamientos coincidentes a nivel continental. La descripción de Rubel en gran parte es aplicable a los paeces.

Tanto en el ambiente social como en el natural existen condiciones clasificadas como de "lo incontrolable", las cuales conllevan el síndrome de susto. En la vida social se reflejan en todo lo que incluye y conlleva emociones fuertes –temor, envidia, celos, amor, luto, furia, etc.; peleas, violencia, menstruación, sexo, embarazo, parto, enfermedad, muerte y todo lo incontrolable en general.
En lo natural, son lugares o eventos de aspecto impactante, de difícil acceso e incontrolables –ríos, cascadas, lagunas, volcanes, nevados, cerros, vegetación silvestre, árboles grandes; igualmente, tormentas, vendavales, arco iris y todo lo excepcional–, donde moran los espíritus vigilantes de la naturaleza. Todo esto, a nivel continental, es percibido como posible causa de susto.

Susto, miedo y tensión separan el espíritu del cuerpo o, como dicen los paeces, alejan el sgau del icuesh. Las personas más expuestas a este mal son las en sí ya débiles: niños, ancianos, enfermos, mujeres menstruantes, embarazadas y en postparto, y todos los que tienen problemas.

El susto agrava cualquier enfermedad y por sí mismo genera un cuadro sintomático específico. Rubel lo describe en la siguiente forma: falta de apetito, problemas de digestión, debilidad, desinterés en la higiene personal, depresión, introversión, dolores en el abdomen y la espalda, parálisis parcial, pérdida de la capacidad de hablar, fiebre, etc.

Tratamientos del síndrome de susto
En todo el continente, la curación mediante tratamientos autóctonos incluye los siguientes elementos: se llama al espíritu de la persona para que vuelva al cuerpo; si se ven en él susto espíritus involucrados, se les pide que suelten el espíritu de la persona, se le hacen al paciente masajes y se le asusta de nuevo en alguna forma; muchas veces se le hace sudar.

Además de estos procedimientos básicos se desarrollan innumerables variaciones. Hay que distinguir entre el tratamiento de niños y adultos. Los niños asustados son llorones, necios o apáticos, no tienen apetito y, a la vez, presentan diarrea y muchas veces manifiestan un retroceso en su desarrollo. Con frecuencia se explica que una experiencia o sueño traumático causa el desplazamiento de los órganos abdominales, que con masajes específicos con tabaco masticado el curandero vuelve a su lugar. El elemento asustante consiste en un movimiento brusco repentino en los masajes. Durante los masajes el curandero sopla al niño humo de tabaco y llama su nombre. Una copa de un remedio herbático puede ayudar al tratamiento.

Yo mismo pude observar en varios casos la mejoría inmediata durante el tratamiento. En la experiencia de los portadores de la cultura indio-latinoamericana la medicina moderna es inefectiva para los casos de niños asustados.

El tratamiento de susto entre los adultos es mucho más complejo y, por ende, también más diversificado. El primer paso consiste en corregir el tamaño de la culebra Tul. Hay plantas que la refrescan, otras la calientan. Este es un proceso dialéctico: plantas consideradas como calientes enfrían y las frías calientan, lo cual depende también de la forma de aplicación, sea interna o externa. Ver y sentir el estado del tul del paciente ya pertenece al arte diagnóstico del curandero.

Un tul desequilibrado afecta el triángulo entre "el yo innato", "lo material" y "las condiciones". El sgau, la personalidad innata más profunda, no se puede ni quiere cambiar. El kiwe, el conjunto de tiempo y espacio que forma las condiciones de la vida, puede asustar; por eso, puede contribuir a la curación un cambio del lugar donde se desarrolla la vida del paciente o efectuar el ritual curativo en el lugar donde se rompió la unión entre el yo innato y la existencia material. El icuesh, la realidad física, lo material, es lo que se intenta curar; existe un gran abanico de métodos para acercar el icuesh al sgau: los masajes son importantes, pero también la aplicación de gran número de plantas psicoactivas y alucinógenas. En otros tratamientos, se da únicamente agua conjurada, porque se dice que el yo innato perdido se devuelve al agua de donde proviene.

Generalmente asusta el curandero al paciente a través del, así llamado, soplo. El curandero sopla sobre el cuerpo semidesnudo del paciente una mezcla de aguardiente con plantas. Eso tiene el efecto de un choque de frío, como un balde de agua fría.

El llamar al espíritu de la persona muchas veces está acompañado de cantos chamánicos. Los que han vivido la reunión del espíritu personal con su cuerpo, del sgau con el icuesh en el "acuerdo", el finising, cuentan haber sentido una ola de calor que los atravesó, y muchos vieron un momento de mucha luz.

En todo pueblo o vereda hay varios niños –y por lo menos un adulto– curados del susto con procedimientos similares a los mencionados. Lo importante es saber que las formas de tratamiento no se definen en ningún caso por los síntomas del paciente. Estas difieren por la causa del susto, la persona asustada y el curandero. No existe ninguna regla fija. Libremente arma el curandero un tratamiento individual según su sentimiento, percepción e intuición, combinando los diferentes elementos característicos de su escuela de curanderismo.

En el tratamiento del susto, la cultura indio-latinoamericana tiene terapias efectivas contra un mal típico de ella. Es probable que éste sea a su vez un producto cultural, tanto que la misma cultura puede necesitar el tratamiento del síndrome de susto.

Efectividad y vigencia del curanderismo
Junto al curanderismo, coexisten en Latinoamérica otros especialistas de la medicina autóctona, como las parteras, los sobanderos y los yerbateros. Estos últimos constituyen una escuela aparte, poseen verdaderas fórmulas de remedios. Mientras las plantas de los curanderos que tratan el susto en su mayoría llevan nombres indígenas y son de la flora neotrópica, la mayoría de las plantas usadas por los yerbateros tienen nombres europeos y en buena parte fueron importadas del Viejo Mundo.

La gran vitalidad del curanderismo que trata el susto no es el resultado de la supuesta pobreza de los pacientes, sino la existencia de una cultura viva y vital. Si bien el parterismo y el sobanderismo pueden llegar a ser reemplazados por un buen servicio de salud de tipo occidental, el curanderismo es irremplazable. Su efectividad lo mantiene vivo desde tiempos precolombinos. Es usado también por personas con prosperidad económica -capaces incluso de acceder a la ayuda médica occidental más exigente-, dado que la pertenencia a la cultura indio-latinoamericana no depende de los ingresos económicos.

El curanderismo presta a la población indio-latinoamericana un servicio apropiado contra males psicosomáticos, como nunca lo puede hacer una institución ajena a su cultura. Respetarlo es la única forma de apoyar el curanderismo por parte del Estado o de ONGs. Respetar los conceptos médicos autóctonos ayudaría mucho en la atención de la población por parte de la medicina moderna.
Un ejemplo: En el concepto médico indio-latinoamericano, incontrolable + incontrolable = susto. El agua es la sustancia de lo incontrolable, esfera a la que pertenece el parto. Entonces, lavar con agua a una mujer indioamericana después del parto, para ella, es un atentado contra su salud. Se sabe que eso se acostumbra en los hospitales, pero nunca lo hace una partera. Eso implica que mucha mujer no busque la ayuda del médico occidental, incluso en casos complicados.

La ignorancia de los conceptos médicos de los pacientes impide que el equipo médico de la medicina facultativa pueda prestar un servicio adecuado. Algo que ocurre en muchos casos concretos. Eso se puede evitar únicamente con una formación del personal médico que incluya el conocimiento del pensamiento médico de la población indio-latinoamericana, la cual es bastante significativa en todos los países del Continente.

Al respecto, propongo elaborar un manual para médicos sobre este tema. Lo ideal sería hacer un manual general para todo el Continente y otros, como anexos, para las diferentes regiones. Proyectos como éste pueden contribuir esencialmente al mejoramiento del nivel de salud en Latinoamérica.

Fuente: http://www.visionchamanica.com/Medicinas_alternativas/medicina_indo_latinoamericana.htm

lunes, 28 de marzo de 2011

Sumercé me paga el ajedrez!


El Instituto Geográfico Agustín Codazzi (Igac) prohibió a los operarios de servicio al cliente –de las empresas a nivel nacional- el uso de minifaldas y los escotes pronunciados. La decisión causó reacciones de desacuerdo entre los empleados. Sin embargo se levantó la prohibición existente para el término “sumercé”.
En un manual de recomendaciones para el servicio de atención al cliente emitido por el instituto, se sugiere no usar escotes pronunciados, minifaldas, ni decir varias expresiones como “mami”, “cariño”, “papi” y las más controvertida, “sumercé”.
El uso del término “sumercé”, característico en los habitantes del departamento del Boyacá, hace “referencia al respeto que sentimos los boyacenses por nuestros interlocutores, por las personas con las que tratamos (…) El uso del sumercé es una frase amable y atenta que demuestra nuestras raíces que beben ser protegidas como parte de nuestra identidad”, dicen los mismos boyacenses, según reportó Caracol Radio.
Ante esto, y teniendo en cuenta que el término “sumercé” está inmerso en la cultura colombiana y pertenece al diccionario de gentilicio nacional, el Igac retiró esta prohibición de la lista de sugerencias.
Con respeto a las prendas de vestir que se prohíbe no usar dentro de las empresas, varias personas expresaron su posición frente a la medida.
“No estoy de acuerdo porque va en contra de la libertad de la mujer para vestir de una manera femenina”, dice una de las afectadas.
“Ojalá todas la mujeres anden de la forma en la que ellas prefieren. Lo importante es que sean personas trabajadoras e inteligentes”, dijo otra de las empleadas que prefirieron no revelar su identidad.

Fuente: Terra.
http://www.terra.com.co/noticias/articulo/html/acu40582-prohiben-decir-sumerce-usar-minifaldas-y-escotes-en-empresas-de-tunja.htm.

Marzo 18 2011

martes, 22 de marzo de 2011

La cocina emocional- Eduardo Escobar

En el siglo XX la nouvelle cuisine y Paul Bocuse transfiguraron los frutos de sartén y las reducciones, sustentados en las teorías de un minimalismo que unía lo saludable a lo agradable. Y luego a los cocineros les dio por lucirse más allá de su condición de simples servidores del fuego y se volvieron filósofos y estetas.
Hoy presentan el plato (cuidado que está caliente), rociado con virutas de cilantro, adarmes de pimentón y pizcas de la casa, y ponen aureolas fundidas de guacamole y mayonesa en las presas del bicho sacrificado, de modo que convierten el ineludible acto de comer en un crimen escabroso. A veces uno cree que se va a comer la Monalisa o la misma noción de lo Bello de Santo Tomás bajo la apariencia de un pato entre sudor de naranjas, moños de cilantro y goterones de mostaza en el ancho misterio de una bandeja blanca, como la mente de Mallarmé cuando soñaba.
Antes, en Le Toit, en el último piso del desgraciado Hotel Hilton, uno se sentía comiendo con Víctor Hugo aunque lo hiciera con cualquier badulaque. No sé por qué no canonizaron a Stefan, el húngaro de La Tour, ni a su alce. O al faisán dorado del restaurante de la curia frente a la estatua de San Martín si tenía influencias en el obispado.
Pero después florecieron las escuelas de cocina de Segundo Cabezas, primer negro que se hizo famoso aquí sin ser boxeador, y siguiendo tendencias posmodernas sus discípulos se desbocaron a modificar las viejas preparaciones bajo los grandes cilindros almidonados con aires de laboratoristas.
En el Centro de Convenciones de Paipa comenzaron a ofrecer un cerdo a la uchuva que no probé. Ni probé el mero a la borojó. Aferrado al tradicional filet mignon y al clásico Chateaubriand. El afán de originalidad incluso volvió superfluas las vacas de comer entre tantas sutiles guayabas de ver. Un chef paisa ya tuvo la ocurrencia de servir morcilla entre cagarrutas de caviar. Doblemente iconoclasta.
Hace días, de paso por La Dorada, entré en uno de esos restaurantes de camino donde bajo unos ventiladores los tractomuleros se incorporan tubérculos y raíces y tembleques colágenos y los hacendados escarban sus dientes mirando nada, concentrados en las operaciones de su vientre.
Un muchacho me recomendó la nueva creación de "nuestro chef". Traía chorizo, maíz, fríjoles, plátano, carne desmechada. Yo imaginé una bandeja paisa enriquecida por un académico del Sena. Pero me equivocaba. Lo que trajo es indescriptible. Fui incapaz de comerme "eso", aunque estaba presentado en una linda taza pintada con colibríes y gulupas, coronado con un jugoso tomate rediseñado en tulipán. Todo revuelto: maíz, papa criolla y pastusa, longaniza, chicharrón. Etc. Como el discurso de un borracho en plan lírico. O su vómito.
El chef vino a preguntarme por qué no había tocado su plato estrella. Y le dije lo que pensé: hermano, creo que te pasaste de creativo. Todos los elementos estaban bien, pero te falta orden y discriminación. Ferran Adriá, el español en busca del alma de la lenteja, teólogo de la zanahoria, gelatinizador de huevos en nitrógeno licuado, es otra cosa. Un amigo mío estuvo en su casa, le pregunté cómo le había parecido, y no me supo explicar. Todos tenemos derecho a comer lo que queramos. O lo que podamos. Yo disfruto la carne a la tártara, la leche de soya, los frisoles y las putanescas. Pero no todo tiene que ser cuántico.
Quiero que me permitan la última libertad que va quedando de elegir en un plato entre un inocente gordo de Angus con su aroma característico a cadaverina o una papa con un intenso sabor a tierra, caliente como el diablo. Y me fui a buscar a Juantxu, el vasco de mi vecindario que aún imparte las fórmulas españolas de siempre sin fusiones surrealistas ni las restricciones de la cocina tecnoemocional.

fuente: El Tiempo
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/eduardoescobar/la-cocina-emocional_8900317-4
21 febrero 2011

lunes, 21 de marzo de 2011

"Mujeres Indígenas y otras formas de sabiduría" PRO169 DNUDPI | IsumaTV

"Mujeres Indígenas y otras formas de sabiduría" PRO169 DNUDPI | IsumaTV

Velandia y la Tigra- Balada




No hay palabra justa que se amañe en tu cintura
Que se amañe en tu cintura No hay palabra justa
No hay palabra justa que se amañe En tu cintura
No hay palabra no hay balada
(Esta es la octava rasca la reina del 2008)
(yea pachu sexi poetic)
No hay tono preciso ni arandela ni tornillo
Ni arendela ni tornillo
No hay tono preciso
No hay ni tono ni arandela ni tornillo
No hay ni arandela ni tono preciso
No hay balada
(La canción de amor que a este compac disk le hacía falta.
Para complacer a los cómplices de las diez mil baladas.
Los que se alegran de saber que a esta hembra me toca renombrarla)
No hay minutos para regalarte una llamada
No hay llamada para susurrarte al oído
Que no hay balada
No hay balada no hay balada
No hay balada no hay balada no hay balada
(La puedo llamar certeza por que la puedo topar
La puedo llamar Andrómeda por que la miro infinita
La puedo llamar mi amor por qué me endulza la amígdala
La puedo llamar mi diosa porque ya la corone
Mamita

martes, 15 de marzo de 2011

Esta noche contigo, Joaquín Sabina



Que no arranquen los coches,
que se detengan todas las factorías,
que la ciudad se llene de largas noches
y calles frías.

Que se enciendan las velas,
que se cierren los teatros y los hoteles,
que se queden dormidos los centinelas
en los cuarteles.

Que se mojen las balas,
que se borren las fotos de las revistas,
que se coman a besos a las colegialas
a los artistas.

Que se toque la gente,
que no lleguen los trenes a la frontera,
que sean cariñosas con los clientes
las camareras.

Porque voy a salir esta noche contigo
se quedarán sin beatas las catedrales
y seremos dos gatos al abrigo
de los portales.

Que se enfaden las flores,
que vuelven las cigüeñas al calendario,
que sufran por amores los dictadores
y los notarios.

Que se muera el olvido,
que se escondan las llaves de los juzgados,
que se acuerde Cupido de los maridos
abandonados.

Cuando llegue por fin mi mensaje
a tus manos, en la gasolinera
vieja esperaré;
y tomaremos juntos al abordaje
la carretera
que te conté.

Dejaremos colgada
la caprichosa luna sobre los cines
y las estatuas públicas derribadas
en los jardines

La Caña de Azúcar




Video del grupo semillas
esto es Dulzura y Poder

domingo, 13 de marzo de 2011

TE TENGO, TE QUIERO

De la minga soy parcera



Aterciopelados - Parcera

Asociación Nomadesc en el marco del congreso de los pueblos "propuesta de país para una vida digna" graba el video en homenaje a Ayda Quilcue y a la Minga de resistencia social y comunitaria, el dia 12 de octubre de 2010. Bogotá