Bienvenidos y bienvenidas a las posibilidades supremas.
Ésta es mi bitácora irresponsable.

sábado, 5 de febrero de 2011

"La línea recta es una mera abstracción de la mente y, como el punto matemático, otra quimera, sólo existe para los geómetras. En las profundidades de los cielos, el sol, los satélites, los cometas, se arremolinan en corros inmensos; sobre nuestra bola planetaria, llevada como todas las demás en una espiral de elipses infinitas, los huracanes, las trombas, los vientos, los menores soplos de la atmósfera se propagan en forma de remolinos; las aguas del mar se pliegan y despliegan en olas redondeadas; todas las formas orgánicas, animales y plantas, ofrecen en sus células y vasos nada más que superficies curvas y sinuosas..."
Élisée Reclus - "Historia de un Arroyo" (1869)


"...El mundo tiene la forma de un huevo muy grande, puesto con la punta hacia arriba. Dentro de este huevo están las nueve tierras . Son como grandes platos redondos, el uno puesto sobre el otro. Nosotros vivimos en la tierra del medio... ...Este huevo grande que es el universo, es muy pesado. Está puesto sobre dos largas vigas y cuatro hombres lo sostienen, dos parados en el Oeste y dos en el Este. Los del Este son Sintána y Namsíku y los del Oeste son Nándu e Ibáuí. Cada uno tiene sobre un hombro un extremo de la viga. Debajo del mundo hay agua. A flor de agua, flotando en la superficie, hay una piedra muy grande, plana y bella. Sobre esa piedra está sentada la Madre Universal, (Haba Gaulchováng)... está desnuda. Ella da comida a los cuatro hombres y les da agua y los cuida. Les soba los brazos, los hombros y las espaldas para que no se cansen. Cuidar de esos cuatro hombres para que no se cansen de sostener la tierra, es todo lo que hace la Madre. De vez en cuando uno de los cuatro cambia la viga de un hombro al otro. Entonces la tierra tiembla. Por eso es malo brincar, tirar piedras, hacer rodar rocas en el monte o gritar duro. Por eso es malo que las mujeres se muevan durante el coito. El mundo temblaría y podría caerse de los hombros de los cuatro que lo sostienen..." 
Kogi de la sierra Nevada de Santa Marta 
(Reichel-Dolmatoff, 1985:T.I, 225)


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